Anhelos
Te entiendo. Yo también he vivido de anhelos pendejos. No porque sean pendejos los anhelos, si no porque de antemano sé que me asestarán un nuevo golpe; de indiferencia, de rechazo, de desamor, de cobardía, de contradicción. Tal vez hay una justa medida para el anhelo. Un justo límite en la espera y la esperanza. Uno que nos permite mantenernos firmes en la fe de lo que sentimos, soñamos, queremos y trabajamos para conseguir; y a su vez nos advierte con canto de corneta la retirada. Ese momento en que debemos soltar el lazo que nos talla la mano, y dejar ir ese sueño, esa persona, ese momento, ese sentimiento. Te confieso: he amado sin ser amada, justo cuando he anhelado la calidez de un amor correspondido, en un alguien que me parece espléndido. Duele. Duele caminar en retirada y sangrando. Sin embargo, he decidido no dejar extinguir el amor que siento por alguien. Sí la ilusión. Así que, suelto el anhelo pendejo de a poquitos. No tan de sopetón. Hasta que solo queda el amor. Ese q