Deshojarse duele
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soltar lo que ya no somos.
los dolores que aún están latiendo.
Duele profundamente en las raíces del alma,
en las conexiones de historias,
en las costumbres del Ser.
Deshojarse es soltar las capas que nos han abrigado desde la niñez,
que nos permitieron vivir,
sobrevivir.
Las capas, ¿qué son sino el refugio...?
el último aliento del ahogado,
el abrigo del sin abrazos,
la vaga calidez del abandonado,
la coraza del resistente, que dice ser roble,
la cerradura del que no ha sido libre.
Cada capa es un amigo del pasado
que se niega a despedirse.
Un dolor tejido minuciosamente
con madejas de tristezas.
Deshojarse duele,
en la certeza de un instante pleno de abandono y sin
sentido.
La mano aciaga busca dónde asirse y no halla nada.
El alma siente frío cuando se deshoja,
y el oscuro vagar del anhelo juega a encontrar en otros ojos
lo que solo está por dentro.
Ese abrigo, ese amor, ese apego,
las sábanas en camas olvidadas,
donde el sexo afanoso se enredó cada temporada.
Deshojarse duele, como pocas cosas en el alma.
Sabedores somos de la luz que nos habita,
sin embargo,
temblamos ante la breve caricia de la liviandad,
y resguardamos las alas arrugadas,
susurrando anhelos al paraíso en el firmamento.
Y para qué volar, si con los pies en tierra hemos construido nuestra historia.
¿Es mejor pisar tierra que soñar? O es tan solo la costumbre
de Ser
cargados de este peso insoportable.
Y ¿las manos?
Ahí están, sangrando, mientras halan con todas sus fuerzas
las hojas que aún faltan.
En honor a este dolor, sembramos en un campo santo infinito
lo que soltamos.
Cada respiro es una forma de recomenzar, de volver,
de partir desde el ahora, de sonreír, y revolotear sin peso,
sin angustias, sin llanto.
Deshojarse duele,
Pero qué bien se siente,
amarse plenamente con las carnes desolladas, sangrando, ya
sin piel.
danzando libres en la luz.
Luz Eliam LuzERo de Amor, 28 de marzo 2025
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