Efímeros y eternos
Somos tan efímeros,
que la inmensidad de un instante
nos hace tambalear.
Eternizamos la existencia
y nos perdemos la experiencia.
La belleza en el rostro de un hijo.
Son tan efímeras las sonrisas,
que la blancura queda ardiendo en nosotros,
aunque el sonriente ya no esté.
Aplazamos la alegría,
en la convicción absurda de un mañana.
Un amanecer frente a la ventana.
Son tan efímeras las nubes,
que su resplandor languidece sobre nuestras cabezas,
en el fondo azul que no nos detenemos a mirar.
Agachamos la cabeza mirando el suelo,
aunque nos cubre un magno cielo.
La existencia de mamá.
Son tan efímeros los abrazos,
que se nos escapa la conjunción de palpitares entre los
pechos.
Anhelamos la calidez y el abrigo,
y en sus brazos, fundidos, nos escapamos en otros
pensamientos.
Un día más en la eternidad.
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