Ovillos
La canasta de ovillos aún duerme en el rincón, con la turbulencia de colores esperando ser tejidos.
Parecen haber perdido la esperanza y se abrigan juntos con
infinidad de madejas entrelazadas,
Tristes,
Pálidas,
Ya por el tiempo expuestas al sol que se ha filtrado tenue por
la ventana.
En otrora, se soñaron habitando un palacio,
con un príncipe y una princesa,
en el anhelo de ser testigos de un beso
desde aquel vestido finamente tejido,
en blanco.
Se rompió el encanto del sueño.
¡¡Las agujas ya no brillan!!
Una delgada película de polvo cubre la añoranza de ser útiles en la mano
de la tejedora.
Su coraje ya no servirá a proyectos tan elaborados y
suntuosos. Más bien bailarán con los hilos, al breve ritmo de las hojas en
otoño.
A un lado de la canasta antigua, un pequeño bulto de proyectos inacabados se resignó al olvido.
Esos sueños de SER, ya murieron.
El sol aún se filtra tenue por la ventana.
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