Anudada
Estoy hecha de nudos.
Cada tanto, caminando por mi ser, encuentro uno nuevo, o viejo, que no había visto antes, o había ignorado.
Hay unos muy ajustados, y otros sencillos como los de mis zapatos de colegio.
Me hablan suavemente y recuerdan mi sabiduría tejedora, y las muchas madejas de colores que he desatado en el pasado.
Esos, me enseñaron que, con amor, con paciencia, suavemente, es posible desatarlos.
Hoy estoy hecha de nudos, pero ya comprendo mi quehacer.
Sin prisa, tomo cada nuevo nudo hallado, y con el silencio de mi misma, sin dejar de observarlos con ternura, voy soltando sus hiladas.
A los livianos ya los conocía.
En el pasado trabajé en ellos. Y los abandoné.
Lo sé, me faltó compasión, perdí la paciencia. De esa aún me falta.
Esta vez estoy dispuesta.
Encuentro otros bastante arraigados.
Sospecho que es su forma de llevarme a la locura.
Por momentos parezco perderla y tenso los dientes cual fiera nocturna, mientras mis uñas sangran en la tarea.
Están gritando. Sus aullidos resquebrajan mi silencio. Duelen. Se resisten.
He decidido acariciarlos. Darles a beber un poco de dulzura, recitales un poema, cantarles un arrullo y abrigarlos suavemente.
Aún no termino.
Por lo pronto aguzaré la mirada para seguirlos encontrando y mantendré la promesa de poner amor en cada uno de ellos.
Estoy hecha de nudos.
Luz Eliam, 16.08.2023
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