Deshojarse duele
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Deshojarse duele, soltar lo que ya no somos. los dolores que aún están latiendo. Duele profundamente en las raíces del alma, en las conexiones de historias, en las costumbres del Ser. Deshojarse es soltar las capas que nos han abrigado desde la niñez, que nos permitieron vivir, sobrevivir. Las capas, ¿qué son sino el refugio...? el último aliento del ahogado, el abrigo del sin abrazos, la vaga calidez del abandonado, la coraza del resistente, que dice ser roble, la cerradura del que no ha sido libre. Cada capa es un amigo del pasado que se niega a despedirse. Un dolor tejido minuciosamente con madejas de tristezas. Deshojarse duele, en la certeza de un instante pleno de abandono y sin sentido. La mano aciaga busca dónde asirse y no halla nada. El alma siente frío cuando se deshoja, y el oscuro vagar del anhelo juega a encontrar en otros ojos lo que solo está por dentro. Ese abrigo, ese amor, ese apego, las sábanas en camas olvidadas, donde el sexo ...